¿Nos vamos al fin del mundo?

  C. L. H.

 

       -Bueno, es cierto que no nos lo propusieron así, pero cuando nos dijeron que íbamos a Finlandia, algo así pasó por nuestras cabezas. Eran días normales, de un principio de curso normal para 10 alumnos de por aquel entonces 4º y 1º de bachillerato. ¿Cómo íbamos a pensar nosotros la de trabajos, prisas, correcciones, broncas y más broncas que nos iba a caer encima de cuenta de cierta profesora? Creo que en mi vida he pensado tanto en un nombre, y menos a las 5 de la mañana (y un trabajo por acabar) o a las 4:30 del medio día después de comer aprisa y corriendo para ir de nuevo a la biblioteca, cargadas con las mochilas para acabar y enviar otro trabajo en esos “tranquilos” días de Semana Santa. Como bien dijo aquel hombre que, seguramente se había equivocado de gafas ese día: “¡¡vosotras sí que lo sabéis pasar bien sin colegio ¿eehh?!!” En mi vida he odiado tanto Internet.

       Pero proyectos aparte, que bien sabemos nosotros que esa misma profesora también trabajó lo suyo, y que sin ella y su insistencia, ni hubiéramos hecho esas presentaciones que todos admiraron (sin tener en cuenta que el proyector se estropeó poco antes de llegar a la nuestra) y, quizás, ni hubiéramos ido a Finlandia. Así pues, Fina Nicolás Vigueras (creo que me lo aprendí pronto, al medio millón de mensajes mandado, vamos, ni la mitad xD) también fuiste el nombre más vitoreado en Puijo y te agradecemos que vinieras al viaje (aunque no me olvido que casi me dejas en tierra dos veces, primero en Madrid que les dijiste a los guardias literalmente “hacer con ella lo que queráis, yo me voy” y luego en Helsinki para ir a Kuopio cuando no encontraba mi DNI en el bolso y lo tenía en el bolsillo del abrigo)

       2009/2010 fue un año en el que a la naturaleza le apeteció hacernos sufrir con un par de amigos. El primero no fue nada más ni nada menos que una pandemia. Seguro que todos hablasteis de la “gripe del cerdo” o gripe A. Quizás alguno la padeció y se libró de unos cuantos días de clase a costa de fiebre y muchos pañuelos de papel, pero hay quien perdió una gran oportunidad, la de venir a España con comenius o la de recibir a su correspondiente esos días en los que no parábamos entre excursiones, quedadas y excursiones. Si bien es cierto que tanto Maija (mi finli) y yo echamos alguna que otra lágrima y tuvimos ciertas rabietas, el tiempo pasó, y en unos meses los trabajos volvían a caer y a terminar casi tan pronto como empezaron. Resultó que incluso en el último, juntos ya los 10, disfrutamos a ratos del trabajo mientras nos “perdíamos” en la Atalaya en busca de las mejores tomas para el vídeo, nos grabábamos en el coche mientras cantábamos, yendo hacia el Gorgotón o rescatando unas gafas de sol  que se le había caído a alguien de nosotros ahí (PD: Sí, las recuperé). A ciencia cierta sé que me arrepentiré, pero como buena narradora de nuestro viaje, si no quiero omitir los mejores momentos admito que lo que más risas produjo fue el inicio del video. ¡Qué lástima que en estas páginas no quepa espacio para el sonido! Pero qué más puedo decir: ¡¡¡My name is Carmen!!! (Vaya ¿no habéis oído por ahí la voz que doblará los dibujos animados de ardillas de vuestros hijos?)

       Pero bromas aparte, apretaros los cinturones de este incómodo autobús, que acaba de empezar el 1 de mayo y nos esperan unas horitas de viaje hasta Barajas, Madrid.

       El viaje lo tuvimos que comenzar a trompicones. Para empezar, conocimos al 2º amiguito nuevo de la naturaleza que ya os comentaba antes: un volcán en la isla Cracatoa entra en erupción levantando una nube de ceniza por todo el mundo. El caso es que desde hacía días que nos mordíamos las uñas, mirando las noticias, Internet y llamando a AENA en busca de esa ansiada respuesta: sí, los vuelos para el día 1 a Finlandia NO están cancelados. Y por suerte no lo estuvieron.

       Nos dijeron que habría mucho tráfico para esa noche, y no sé si es tanta suerte que no lo hubiera, porque estuvimos esperando en la parada más de una hora y media (aunque creo recordar que alguien casi lo pierde). Y lo peor de ese inicio del viaje, nuestra compañera Bea enfermó y no pudo venir con nosotros. Ya éranos tan sólo 9 (uy, parece que lo digo como si fuera una peli de terror y todos hubiéramos muerto uno por uno) y nuestras profesoras Fina y Lola.

       En Barajas, sólo tuvimos que estar unas cuantas horas tirados por el suelo adormecidos junto a nuestras maletas, y tras 12 horas de avión… Fina y yo:¡¡ME DUELEN LOS OÍDOS!! Ricardo: ¡¡Y a mí la mano que me estáis estrujando!! 

       Bueno, llegamos a Helsinki y esto para las chicas, que a pesar del cielo gris, ya con salir del aeropuerto nos encontramos con el príncipe azul ¿recordáis cómo hablábamos de él sin que se enterase? O por lo menos, eso espero.

       Nuestra segunda impresión de la capital, bueno, dejémoslo en rara junto con “¡¿DÓNDE NOS HEMOS METIDO?!” Ver a la gente por la calle vestidos de payasos, con pelucas, serpentinas y gorros no es para menos, menos mal que luego nos enteramos que era la fiesta nacional väppu. Estábamos perdidos dándole vueltas a un mapa, teníamos frío, las maletas eran un incordio y nos faltaban horas de sueño, con lo cual, tras llegar al hotel, descargar y volver a salir ya teníamos ganas de volver. Menos mal que “descubrimos” McDonals, donde a parte de cenar calentitos y cómodos podíamos subir cada 2 minutos a comprar patatas para ver, ya de paso, al chico de ojos azules. Empezábamos a finlandizarnos (entenderéis porqué).

       En el hotel, desde una de nuestras habitaciones podíamos ver las calles, los bosques y la ciudad que se formaba por la unión de ambos intercalados. Eran las 2 y todavía se veía el cielo rosáceo, así que “dormimos” con las cortinas abiertas.

 

CONSEJOS 1: EN UN HOTEL:

-No buscar por los canales si no queréis que al día siguiente os cobren por tres minutos de gracias.

-No mezcléis las tarjetas de las habitaciones si a las 5 de la mañana no queréis ir buscando habitación por habitación dónde está la vuestra.

-NO bajéis en pijama y biquini a la sauna: Os mirarán raro y, una vez dentro, unas rusas te podrán explicar que es recomendable quitártelo, y tú sentirás una GRAN vergüenza mientras sigues su consejo.

Chicos, es el segundo día en un nuevo mundo y parece que la capital se ve con otros ojos, pero hay que ir al aeropuerto. Cuando Fina te diga que tengáis vuestros DNIs a mano, ¡¡recordar en que bolsillos los dejasteis!! Y en una hora tras volver a romperle la mano a un compañero estaréis con vuestros finlis. Al llegar a Koupio, acababa de parar de llover después de días, y tan sólo volvimos a ver unas gotitas caer esa misma tarde. ¿Quién dijo que los españoles no podían traer el sol? Durante nuestra estancia, hizo un tiempo espléndido, con decir que con salir con un par de mangas, guantes, bufanda y abrigo se podía estar perfectamente en la calle en el mes de mayo.

Tras el tour de su casa y conocer a toda la familia, Outii (mi madre finlandesa) mandó a Maija (mi finli) al supermercado porque se le olvidó comprar unas cosas, y a que no sabéis qué: LAS LECHUGAS LAS COMPRAS EN MACETAS EN EL SUPERMERCADO, sí, sí, con tierra y raíces incluidas.

El día lunes 3 de mayo, me desperté mucho antes de lo normal y creía que llegaba tarde a dondequiera que tuviera que ir, pero lo único que estaba era un poco desorientada, ya entenderéis porqué. Nos enseñaron el instituto. Comimos sobre las 11:00 (el comedor lo abrían a partir de las 10.30) y creo que en mi vida he probado una comida de olla tan buena. A la pregunta de si sé qué era, mejor no responder porque parecía tan raro para nosotros como un potaje lo hubiera sido para ellos, pero tras probar la cucharada que nos habíamos echado en el plato para mancharlo, solo sé que repetimos. ¿¿Sabíais que en Finlandia beben leche fresca sin añadirle nada incluso para comer?? Nosotros no nos quedamos atrás. Respecto al pan… raro al más no poder, pero yo me acostumbré y de hecho me gustaba más que el de aquí. Tienen cientos de tipos de éste, pero el más popular era uno integral y de sabor fuerte, que con un poco de queso o mantequilla y ese embutido mezcla jamón york y mortadela ahumados que no recuerdo cómo se llamaba, ¡¡estaba de vicio!!

Por la tarde fuimos al ayuntamiento y ¡¡tiempo libre!! Pasamos por McDonals por segunda o tercera vez al día y estuvimos visitando alguna tienda. Cuando nos recogieron, Maija quedó con su madre en 7.5 minutos, así que salimos del bar y atravesamos la biblioteca, pero como suponemos que no era la hora (ninguna de nuestras finlis miró el reloj) nos quedamos un ratito dentro para que la viésemos, y en cuanto dijeron que teníamos que salir, al bajar las escaleras vimos que el coche acababa de llegar. Creo que puntualidad se queda corto.

El martes hicimos manualidades tales como pintar sillas, hacer cestas de mimbre o decorar bolsos. Es un recuerdo que todavía se puede apreciar en la sudadera de cierta española cuyo nombre no quiero decir (Miriam). El tiempo libre lo pasamos en McDonals.

Por la tarde fuimos a una entretenidísima escuela de diseño, donde nos volvimos a asombrar con maniquíes colgados del techo y recibimos una charla en la que un profesor francés no podía evitar dar cabezadas. Luego, en la montaña más alta de Kuopio, y la única de hecho (tenía 200m de altitud), dimos un paseo, disfrutando de la nieve que todavía quedaba.

El miércoles fue uno de los mejores días. Entramos a unas clases y nos llevaron a un parque forestal donde comimos (y, para variar, conseguí volverme a manchar), nos dieron una charla e hicimos actividades como buscar unas cajitas llenas de chocolates con una máquina loca que te decía a cuántos pasos estabas de ellas, hicimos una especie de ski por tierra en equipo, dimos un paseo, etc… La visita terminó en una cabaña en plan indio en la que esperaban un fuego con dos ollas grandes de té y café, zumo (al que tenías que añadirle 2/3 de agua) y esponjas y salchichas para asar con palos en el fuego.

Esa noche fuimos a una casa de campo, en la que probamos la sauna de humo (no os la recomiendo). En ella, otros dos cuyo nombre sí que no voy a nombrar (Ricardo (Luces) y Manuel) hicieron un concurso con sus correspondientes para ver quién aguantaba más dentro. Creo que quedó en empate puesto que, el parecer, les dejaron ganar. Y también perdimos nuestra piel de oseznos por ese año, es decir, tras una sauna nos lanzamos a un lago con hielo. Sin embargo, el mejor recuerdo de esa noche lo llevó rara en la barbilla un mes: un gran moratón causado por una caída en la colchoneta. No tenéis más que poner en youtube: sara en finlandia para reíros un rato.

El jueves volvimos a entrar en unas clases y, por la tarde, los chicos fueron a un taller de danzas finesas y las chicas, al palopesa en finlandés, béisbol en español. Ese día por la tarde fuimos a un balneario en los que unas alemanas se enfadaron con ciertos españoles (de los que tampoco voy a decir el nombre) por explicarles una canción (Ricardo Pérez y Miguel).

El jueves terminamos unos trabajos que habíamos empezado comenius e hicimos una subasta benéfica. Por la tarde, tocaba fiesta en la torre de Puijos’, de la que disfrutamos tanto de las vistas como de la comida. Y luego… bueno, tocaba nuestra propia fiesta sin profesores. Algunos habéis hecho alguna vez botellón ¿no? ¿¿Pero lo habíais hecho alguna vez en un lago, con sidra, y con el sol que no se ponía nunca?? ¡Qué bonito debe ser eso de un amanecer eterno!, pensaréis algunos. Pues no lo es tanto cuando a las 4 de la mañana te despiertas con la misma luz que a las 12 en tu país. Y es que encima no tenían persianas, sino cortinas, y la luz entraba ¿entendéis porqué me encontraba desorientada cada mañana? Pero este problema no afectó sólo a españoles, un finlandés me confesó que tenía una camisa negra en la mesilla, y que por las mañanas se la ponía en la cabeza para que no le diera la luz.

Es sábado, y a los españoles les toca despedirse. Por fin me comí el helado que la hermana pequeña de Maija compró para mí desde que vine (casi pierdo el avión por ello) y estuve llorando desde que me dio un dibujo que me hizo.

Por suerte para mí, este viaje no acabó aquí, puesto que mi familia finlandesa vino casi una semana en junio, y yo no se cuándo pero volveré, espero que pronto.

Ahora, si te pregunto “¿te vienes al fin del mundo?” ¿Qué me dirías?

 

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